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LA CLASE DE PSICOLOGÍA


CRÍTICA

El fin de curso es cada vez algo más cercano, pero este no se trata de un fin de curso como otro cualquiera sino que se trata de nuestro último fin de curso como estudiantes de bachillerato (o por lo menos para la mayoría). No son pocos los años que llevamos en este centro compartiendo pasillos con los que han sido y siempre serán nuestros compañeros y a día de hoy a alguno de ellos podemos considerarlos como nuestros verdaderos amigos. Pero no estoy aquí para dar un discurso de graduación (esto tocará dentro de unas semanas) sino que hoy quiero hablaros de mi experiencia en las clases de psicología y más concretamente en el trabajo de mi profesor Enrique Mesa.

Éste no ha sido el primer año que coincido con Enrique en las clases, por ello su peculiar método de enseñanza no es algo que me sorprenda pero que tampoco que me aburra, esto es un aspecto fundamental en el trabajo de un docente que trata con alumnos adolescentes sobretodo ya que vivimos en una sociedad en la que tenemos estímulos constantes que nos hacen estar todo el rato pendientes de algo, ya sea el móvil, la tele, el ordenador, etc... Y como norma general el aburrimiento suele ser una característica fundamental de todas las clases a las que acudimos, a diferencia de lo que ocurre en las de psicología, que siempre te quedas con ganas de más.

No descubro un gran secreto cuando digo que segundo de bachillerato es uno de los cursos en donde los alumnos faltan a más clases por norma general, ya sea por el poco tiempo de estudio, por la cantidad de materia, por dormir más o simplemente porque las clases no nos motivan lo suficiente como deberían. Es una realidad que el hecho de como están concebidas las asignaturas no activan nuestro interés en ellas, sin embargo, no miento cuando digo que la clase de psicología es sin duda alguna la clase en la que he visto menos faltas de todo este curso y esto es, en definitiva, el reflejo de un buen trabajo el cual consigue atrapar la atención de los estudiantes y que no nos sintamos con ganas de saltarnos sus clases (porque sentirnos con ganas de acudir a ellas es mucho decir).

Siempre veo en Enrique ese carácter que creo que todos los profesores deberían de tener, el hecho de que transmita que su ámbito de materia le llena y disfrute dando clases (o que por lo menos lo parezca) pero sí que es verdad que, como un punto menos favorable de su forma de enseñar, tengo que decir que ese aspecto de amor y pasión se veía más reflejado en las clases de filosofía, hecho que es normal ya que es su verdadera vocación. Que yo haya notado este hecho no significa que no intente transmitir en toda ocasión dicha personalidad. 

Metiéndonos más de lleno en su forma de enseñar podría repetir con exactitud las mismas palabras que dije el año pasado ya que no me arrepiento de ninguna de ellas. Admiro como capta nuestra atención mediante su tono de voz por el cual es imposible perder el hilo, también admiro su eterna paciencia (o que por lo menos así lo demuestre) ya que nunca te regañara por preguntarle la misma duda cinco veces si lo sigues sin entender. Me reitero cuando digo que trabajar con niños es una tarea muy complicada y mucho más si son adolescentes ya que tratar con ellos puede ser difícil cuanto menos, no hay que mostrarse muy duro ni exigente debido a que los alumnos no tendrán ningún tipo de entendimiento contigo, cosa que debe existir ya que el profesor al fin y al cabo es un referente para ti y si no encuentras una relación de concordia con el profesor nunca te llegarás a implicar de lleno en la materia y se podría llegar a perder así a un gran alumno. Pero por el contrario, tampoco te tienes que mostrar como una figura de amistad ya que si les tiendes la mano te pueden coger el brazo. Creo que en este ámbito Enrique se sabe desenvolver con gran naturalidad y sabe muy bien cuál es el término medio entre ambos vicios, uno por el exceso y otro por el defecto. 

 

 En definitiva, ya son dos años seguidos en los que he podido gozar de las maravillosas clases de Enrique y una de las cosas que más pena me va a dar cuando abandone el centro (que van a ser pocas) será dejar de escuchar todos los días al inicio de la clase lo que ya se ha convertido para nosotros en un lema: "Queridos niños, queridas niñas y público en general nos hemos reunido hoy aquí para aprender algo nuevo y ya sabéis cuál es nuestro lema, algo nuevo aprenderéis a poco que escuchéis aunque solo sea perder el tiempo con la dignidad con la que yo lo pierdo". Aunque para recordar estas palabras siempre nos quedará YouTube.